Domingo por la mañana. Media vuelta de cama agradeciendo el sagrado acto dominical. A través de la ventana saluda el perro del vecino, otro ser vivo solitario. Los rayos de sol luchan por llegar a la cama y retozar entre las sábanas. Pero el lecho está ocupado, la almohada huele a sexo y el sudor nocturno envuelve la habitación. El calor amigo le atrae y comienza el juego abandonado en la madrugada por el cansancio físico y la repetición del amor.
- Mamá por favor ponme los dibus!!!!!!!!!!!!!
Se rompió el sueño y apareció la realidad de cada domingo, adorada realidad!!!!!!!!!!!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario